Disfunción Sexual y Depresión

-Resumen:

Una disfunción sexual es una alteración persistente de los patrones normales del interés y de la respuesta sexual. Aunque se relaciona con las fases de la respuesta sexual, el concepto se amplía a las alteraciones relacionadas con el dolor y otras no especificadas.

-Desarrollo:

Pueden clasificarse en primarias, cuando se experimentan desde el inicio de la actividad sexual, y en secundarias, si aparecen después de un período de funcionamiento sexual satisfactorio.

La disfunción situacional es aquella que solamente ocurre en ciertas circunstancias (por ejemplo, con alguna pareja específica o en ciertas condiciones concretas).

Se denomina total si ocurre en todas las situaciones que se presentan. Según su etiología se diferencian en orgánicas y en psicológico-funcionales. Una última dimensión es el grado de gravedad del problema.

Así, en cualquier clasificación, se propone añadir siempre las dimensiones P-S (primaria-secundaria), S-T (situacional-total). O-PF (orgánica, psicológica-funcional) o G-L (grave-leve).

Hay que tener en cuenta que las disfunciones sexuales pueden combinarse entre sí, lo cual es mucho más evidente en las mujeres.

El modelo clásico de Masters y Johnson (1966) ha sido cuestionado a la luz de los nuevos hallazgos observados en la clínica de los problemas sexuales.

Kaplan en 1979, añadió la fase de deseo como primera respuesta.

La excitación es la segunda fase de una respuesta sexual humana. Ambos sexos experimentan un aumento del ritmo cardíaco mediante el sistema nervioso simṕatico.

La tercera es la fase de meseta, en esta etapa la respiración está entrecortada, el pulso cardíaco aumenta y todos los efectos de la excitación se desencadenan y la  tensión muscular aumenta.

Al aproximarse el orgasmo (inmediatamente posterior a la fase de meseta) es habitual una sensación de apremio por descargar la tensión sexual acumulada, que aún, puede ser controlada.

La cuarta fase sería el orgasmo, las pulso cardíaco y la respiración llegan a su máxima frecuencia e intensidad.

Se produce una gran tensión muscular y contracciones involuntarias del pene, de los músculos vaginales y del esfínter anal, esto va seguido en hombre, habitualmente por la eyaculación y una dilatación pupilar fugaz.

La fase de resolución, es el restablecimiento paulatino de la normalidad física y psíquica, tras haber alcanzado el orgasmo.

En el hombre es seguido por un periodo refractario, lo cual hace imposible una segunda erección inmediatamente

Hay que destacar que el proceso de satisfacción se debe estudiar siempre, puesto que pueden existir sujetos disfuncionales plenamente satisfechos pero que conviven con su trastorno sin alteraciones aparentes.

El tiempo de evolución mínimo (más de 6 meses) en las disfunciones sexuales psíquicas, vale decir no orgánicas según el manual CIE10.

En los orígenes se descartan las causas derivadas de otras situaciones psíquicas (p. ej., ansiedad, depresión) o secundarias a tratamientos farmacológicos o a otros factores orgánicos, entre los cuales sería el principal la baja testosterona libre.

En la clínica habitual se solapan las dos etiologías, hasta el extremo de que en la disfunción eréctil el mayor volumen corresponde a situaciones mixtas orgánico-psicógenas.

Por otra parte no se pueden obviar la psicopatología previa o asociada ni tampoco las disfunciones causadas por la propia actuación terapéutica de base farmacológica, por lo tanto deben considerarse estas causas mixtas.

Los datos epidemiológicos siempre son globales (cualquiera que sea su origen), aunque puede inferirse que los trastornos de mayor carga psicógena son la eyaculación precoz, la aversión o rechazo sexual, la disfunción orgásmica femenina y el vaginismo.

Participan de etiologías mixtas el fracaso de la respuesta genital (disfunción eréctil en el varón, déficit de la excitación en la mujer) y la ausencia o pérdida del deseo sexual.

Si bien existe una correlación directamente proporcional entre mayor número de causas orgánicas y edad avanzada, que es lo que actualmente se conoce como deseo sexual hipoactivo sobrevenido con la edad.

La dispareunia, tanto femenina como masculina, tiene un origen más orgánico que psicógeno, aunque con frecuencia existe un solapamiento.

En la población general, la disfunción sexual se presenta en el 30-40 % de las mujeres y el 20 % de los hombres en forma en forma de ausencia o pérdida del deseo sexual.

En el 33% de las mujeres como trastorno de la excitación sexual en el 9-32% de los hombres (dependiendo de la edad y del grado de disfunción) con disfunción eréctil.

La eyaculación precoz afecta al 37% de los hombres y la anorgasmia femenina al 16-30% de las mujeres. Por último, los trastornos por dolor (dispareunia) no superan el 5% de la población general.

Si bien existen matices etiológicos específicos para cada disfunción, se estima que en todos ellos intervienen factores predisponentes, desencadenantes y mantenedores.

Entre los primeros destacan los cuadros de ansiedad generalizada (sobre todo en la disfunción eréctil), los trastornos de la personalidad y las experiencias traumáticas durante la infancia.

Los factores desencadenantes incluyen problemas en la relación de pareja, expectativas poco razonables sobre el sexo, la edad, el estrés y cuadros depresivos.

En cuanto a los factores mantenedores, la ansiedad ante la interacción sexual y la anticipación de fallo o fracaso son las más frecuentes.

Otros estímulos perpetuadores son el deterioro de la autoimagen, las fobias específicas o los problemas derivados de la relación de pareja.

-Ausencia o pérdida del deseo sexual.

Conocido popularmente como deseo sexual inhibido, los criterios básicos para diagnosticar este trastorno son el desinterés.

La ausencia o aparición muy esporádica de pensamientos, ensoñaciones o fantasías sexuales y la escasa motivación por el material erótico.

Los sujetos afectados disminuyen o inhiben su iniciativa sexual, no parecen percibir el atractivo físico de las personas, son menos receptivos en cuanto a los reclamos sexuales.

Postergan todo lo que pueden la frecuencia de sus relaciones, que disminuyen de forma apreciable.

Si por alguna razón participan en la actividad sexual, aunque pueden responder perfectamente, lo hacen con un entusiasmo mediocre, de forma mecánica y con un placer limitado o nulo.

-Conclusiones:

No deben descartarse en este cuadro los factores orgánicos que interactúan con los puramente psicógenos o, simplemente, los disparan.

Algo parecido sucede con los efectos de algunos fármacos, lo cual conduce a posibles relaciones entre los dos elementos causales.

También deben tenerse en cuenta los factores psicológicos que acompañan a cualquier enfermedad, sobre todo si ésta es crónica.

Así una persona puede creer que una enfermedad o la cirugía la han invalidado para una conducta sexual normal, lo cual puede ocasionar que unas reacciones consideradas transitorias se conviertan en permanentes.

A causa del efecto típico de la anticipación al fracaso y de la falta de confianza en sí mismo. El miedo a las consecuencias de la actividad sexual pueden provocar una supresión de toda actividad sexual.

Esto tiene consecuencias sobre el deseo, que se deteriora notablemente. La autoestima (el ejemplo más claro es la mastectomía) puede verse seriamente afectada después de un proceso orgánico de larga evolución.

Las causas psicológicas irrumpen en el Deseo Sexual Inhibido como un remolino muchas veces anárquico y complejo que confunde a los médicos y a los pacientes.

En algunos caso, como el estrés, la depresión o la disfunción selectiva a una pareja, la identificación de la causa es más fácil, aunque las asociaciones motivo de causalidad son muy frecuentes.

Hay varias situaciones interesantes para comentar. En primer lugar, el papel de la rutina y el aburrimiento sexual en la disfunción.

En segundo lugar, el papel de la depresión. En prácticamente todas las depresiones el impulso sexual decae de forma clara en los enfermos.

Este efecto negativo sobre el impulso sexual está claramente provocado por los propios cambios bioquímicos que acompañan al estado depresivo o bien por una elección de una medicación inadecuada.

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