– Introducción:
Se define como el aumento de las reservas de energía del organismo en forma de grasas y se debe entender que lo que está aumentado es el total de tejido graso y no la cantidad de tejido muscular o agua.
En este apartado iremos matizando los diferentes aspectos implicados en su desarrollo y como constituye una enfermedad en si misma cuando afecta la calidad de vida del que la padece, puede condicionar un malestar psicológico o incidir sobre otras enfermedades ya sea causalmente o agravando su curso.
El 13% de la población mundial tiene problemas de peso. En España, se aprecia una tendencia creciente del número de personas que padecen esta enfermedad, lo que resulta alarmante para los expertos .
El ritmo de crecimiento es tan acelerado como el de EUA y se convierte en el segundo país de Europa con más casos de obesidad y sobrepeso por detrás del Reino Unido.
En Estados Unidos, casi el 40% de los adultos y el 19% de los jóvenes son obesos, la tasa más alta que el país haya visto para los adultos.
En nuestro país el número de varones con obesidad ha subido del 24,3% en el año 1975 a un 27,5% en el año 2014, y en el caso de las mujeres, ha pasado de un 25,15% cuarenta años atrás a un 25,8%. Hoy en día, más del 25% de la población española tendría sobrepeso o sería obesa.
La pandemia del siglo XXI: desde 1999, ha habido un aumento asombroso en la prevalencia de la obesidad, particularmente en adultos, sin ninguna “señal de desaceleración y la obesidad infantil se multiplicó por 10 en los últimos 40 años
Los estudios realizados sugieren que las principales causas de la obesidad serían estilos de conducta sedentarios y la ingesta de grasa excesiva en la dieta alimentaria cotidiana (como causas externas sobre las que se puede actuar).
Es así como se han intentado diversos tratamientos a lo largo del tiempo, principalmente orientados a modificar los hábitos alimentarios y los niveles de actividad física.
Ambos factores relacionados con el éxito tanto en la reducción del peso como en el mantenimiento de la pérdida conseguida, ya que de no ser así inevitablemente se recupera peso derivando la principal preocupación de la persona en estar continuamente con la «idea» de estar haciendo una dieta (en inglés dieting).
No obstante, se ha ido tomando conciencia de la necesidad de intervenciones profesionales cada vez más específicas e individuales realizadas por endocrinólogos, nutricionistas, cirujanos, psiquiatras y psicólogos.
Teniendo en cuenta las causas múltiples de la obesidad y que cada obeso así como lo es cada enfermo es diferente, sin olvidar el importante coste individual y social que tiene esta problemática.
-Mecanismos Causales:
En la actualidad no disponemos de suficientes datos para comprender bien los mecanismos íntimos que regulan la distribución topográfica del exceso de grasa corporal.
No hay duda de que la base ha de ser genética y de que la regulación ha de tener un fuerte componente hormonal. En primer lugar, han de tener un importante papel la hormonas como lo indica el predominio masculino de la obesidad superior y el femenino de la obesidad de tipo inferior.
Por otra parte, parece que el cortisol ha de desempeñar algún papel en esta distribución topográfica del exceso de grasa como lo indica el modelo de adiposidad que se presenta en clínica cuando esta hormona esta aumentada y su acción es mayor en el tejido adiposo abdominal profundo.
Algunos datos, demuestran la importancia del metabolismo del cortisol en la obesidad central. Las concentraciones de testosterona adecuadas en el varón y de progesterona en la mujer puede interferir en la acción del cortisol y dificultar el predominio superior de la grasa.
Contrariamente, si la secreción de testosterona es insuficiente en el varón o lo es la de la progesterona en la mujer , puede predominar la acumulación superior de grasa, aparte de producir hipogonadismo.
Hay una gran concordancia en los resultados obtenidos es que, un fenómeno central de la obesidad visceral es la resistencia insulínica.
Los estudios sobre la importancia de esta última como denominador común de diversas alteraciones endocrinas, metabólicas y circulatorias que constituyen un factor de riesgo de cardiopatía isquémica, se han ido acumulando en los últimos años.
Estos trabajos no estaban en buena parte relacionados con la obesidad, de tal manera que cuando Reaven, en 1988, propuso agrupar estas alteraciones condicionadas por la resistencia insulínica con la denominación de síndrome metabólico no incluyó entre estas a la obesidad.
No hay duda, sin embargo, de que la obesidad androide, y especialmente la visceral, así como la disminución del ejercicio físico, constituyen mecanismos agravadores de la resistencia insulínica
Por tanto, la obesidad de tipo superior tendrá que ser considerada un factor de riesgo cardiovascular independiente que agrava el círculo vicioso de las alteraciones endocrinas, metabólicas y circulatorias provocadas por la resistencia insulínica.
Las relaciones entre resistencia insulínica, hiperinsulinismo e hipertensión arterial han quedado claramente establecidas. Al parecer hay mecanismos a través de los que la hiperinsulinemia podría favorecer la aparición de hipertensión arterial.
En tanto que, la insulina es capaz de estimular la liberación de noradrenalina y de favorecer la resorción de sodio en el riñon.
Otro elemento importante del síndrome X, también conocido como síndrome plurimetabólico o metabólico, como factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular, es la dislipoproteinemia, representada especialmente por la hipertrigliceridemia y por el descenso de las lipoproteínas de alta densidad (colesterol – HDL) o colesterol llamado «bueno».
En este caso la hiperinsulinemia facilita la síntesis hepática de triglicéridos e incrementa la producción de VLDL (very-low-density lipoprotein), que son las encargadas de su transporte.
– Conclusión:
La obesidad es un factor muy relevante en el origen de la diabetes mellitus de tipo 2, de las dislipidemias secundarias y de la hipertensión arterial: el aumento del tejido graso especialmente con distribución torácica, abdominal y visceral, genera resistencia a la insulina lo cual conlleva a un síndrome metabólico descrito por Reaven, con cuatro alteraciones básicas -aumento de la glucemia, de la insulina, de los trigliceridos (grasa circulante) e hipertensión arterial.
En su conjunto se produce un aumento del riesgo de enfermedad, y deterioro de la calidad de vida, incluyendo la disfunción erectil en los varones, con la consecuente disfunción sexual, además el 80% de los adultos obesos tambien padecen hígado graso no alcóholico. Esta enfermedad puede ocasionar cirrosis y en algunos casos cáncer.
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